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lunes, 11 de julio de 2016

Artículo sobre la tercera edad diario La Nación

Con sus manos temblorosas saca la última pastilla del blíster, mientras se pregunta qué hará mañana si su obra social no le entrega los medicamentos que necesita para aliviar sus dolencias. Tal vez recurra a pedir dinero prestado, algo que debió hacer más de una vez desde que dejó su vida laboral, ese momento que -además de marcar una caída fuerte de su nivel de ingresos- antecedió a una etapa de angustia, incomprendida por sus familiares, por el abrupto final de las actividades a las que había dedicado gran parte de su tiempo durante varias décadas.
Una diversidad de temas definen situaciones problemáticas para los adultos mayores: la atención de la salud que a veces muestra deficiencias y demoras; los niveles de ingresos, que caen significativamente respecto de los recibidos en la vida activa; la condición en que se encuentran los lugares que habitan cuando sus familias no pueden contenerlos; la necesidad de hacer algo con el tiempo libre; la mayor vulnerabilidad ante la delincuencia, y hasta los cuidados extremos que deben tener al desplazarse por las veredas rotas de nuestras ciudades, invadidas por gente que viene y va a las corridas, tantas veces sin mirar ni ver a su alrededor.

Una de las razones de fondo de la falta de atención que lamentan muchos de nuestros mayores (no todos, claro está) podría estar en una realidad que reflejan las reflexiones de los especialistas en la materia: "La humanidad siempre ha mirado la vejez con un intento de negación: desde la juventud se piensa que anciano es el otro y que eso no tiene nada que ver con uno", comenta Leopoldo Salvarezza, médico psiquiatra y geriatra.

"Concepto de vejez comúnmente se asimila a fragilidad y enfermedad", afirma el gerontólogo Eugenio Semino, defensor de la Tercera Edad de la ciudad de Buenos Aires, que agrega que los problemas de salud muchas veces tienen que ver con la insuficiencia de ingresos. "No hay buena calidad de vida si no hay buen nivel de haberes", dice.
La oficina que dirige Semino recibió en 2006 más de 35.000 consultas de adultos mayores que consideraron no respetados sus derechos. Esos reclamos provocaron la apertura de 1889 actuaciones (trámites administrativos que se inician por la imposibilidad de resolver los casos en forma inmediata) ante diferentes organismos. La cifra fue un 30% mayor que la de 2005, cuando se abrieron 1454 actuaciones, y un 41% más alta que la de 2004, cuando hubo 1339 casos.
En la ciudad viven unos 600.000 ancianos, pero Semino aclara que hay consultas de otras partes del país.


En 2006 el organismo al que con mayor frecuencia apuntaron los reclamos fue la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses), encargada del pago de las jubilaciones, con el 35% de las actuaciones. El PAMI había ocupado cómodamente ese primer puesto en 2004 y 2005.
Una razón para la mayor cantidad de reclamos relacionados con la Anses es la ampliación del universo de beneficiarios: con una serie de medidas tomadas el año último por el Poder Ejecutivo, se permitió el acceso a la jubilación a más de un millón de mayores que no habrían alcanzado los requisitos exigidos por ley.
Más allá de la virtud de esa medida, un efecto no buscado, según destaca un informe de la defensoría, fue que se retrasó la resolución de los trámites regulares de jubilación de personas que sí tenían sus aportes al día, al tiempo que las prestaciones de quienes no habían aportado nunca -que perciben el haber mínimo menos la cuota de una moratoria- comenzaron a otorgarse en forma casi inmediata. Además, en el área que maneja Semino señalan que hubo una proliferación de gestores y personajes diversos que ofrecen sus servicios rentados para tramitar las prestaciones, y que fueron causa de varias consultas y reclamos.

Los tiempos judiciales

Otro motivo de quejas: los juicios contra el Estado en relación con las jubilaciones.
Carlos Alberto Rosa tiene 77 años y fue comandante de vuelo. Ya retirado, debió dejar por unas horas las tareas que lo mantienen ocupado -como escribir libros de cuentos, arreglar cosas en su departamento o ir a pagar las cuentas- para visitar las oficinas de la defensoría, indignado por la larga historia de su expediente judicial.
"Empecé el juicio en 1988 -recuerda- y la sentencia salió dentro de todo rápido, en 1992... Bueno, uno dice rápido." Su propia frase provoca la risa de Carlos, que es consciente de que esa consideración sobre la velocidad de resolución de la causa sólo tiene razón de ser en la comparación con otras demandas de jubilados. "Me pagaron en el 2000 -sigue relatando-, pero me liquidaron mal y ahora estoy en juicio por ejecución de sentencia. ¿Eso no es un maltrato al anciano? -se pregunta este jubilado, que no olvida que muchos la pasan peor que él-. Veo gente que ya no puede moverse ni con su cuerpo ni con su mente."
La movilidad de los haberes (ajustes automáticos en función de la evolución de un índice) es otro tema que siembra el terreno de los reclamos. El actual gobierno decidió sucesivas mejoras para los jubilados en las escalas inferiores y elevó en forma muy significativa el haber mínimo, pero durante bastante tiempo quedaron al margen de esa política los pasivos que, dado que aportaron más, cobran una cifra igual o mayor a $ 1000. Desde 2001, este grupo recibió dos ajustes: uno del 11% y otro del 13. El resultado, con una inflación acumulada que ronda el 100%, es una enorme pérdida de poder adquisitivo.
"Tuvimos una esperanza cuando la Corte Suprema dijo que los jubilados merecían la movilidad, pero le trasladaron el tema al Congreso y los diputados siguen sin hacer nada", lamenta Carlos, en referencia al fallo que en agosto de 2006 ordenó que se dispusieran ajustes a los haberes.
Su caso es paradigmático: cuando se jubiló su haber representaba entre el 50% y el 60% de lo que ganaba quien ocupaba el puesto que él había tenido. Por la falta de ajustes esa relación entre ingreso pasivo y activo fue cayendo, y ahora es del 20 por ciento.
"En los últimos años hubo una caída del poder adquisitivo para el adulto mayor de clase media", explica Semino, que pone el énfasis en lo indignante que resulta que alguien no pueda sostener lo que adquirió durante su vida activa, más aún cuando en muchos casos se debe adoptar una dieta especial y ciertos cuidados que requieren mayores erogaciones. "Sube el gasto y bajan los recursos", sintetiza.
Carlos cuenta que él se retiró dos veces del mercado laboral: la primera fue por un problema de salud por el cual el médico decidió que no podría pilotear más aviones. Años más tarde volvió al trabajo, pero realizando tareas en tierra. El impacto económico, según recuerda, lo vivió con fuerza la segunda vez que se jubiló.

Cambios emocionales

De la primera vez el recuerdo más intenso es el del impacto emocional que significó dejar de desarrollar, de un día para el otro, una actividad que le había dado muchas satisfacciones profesionales y personales.
El efecto sobre el estado anímico que provoca la jubilación depende del proceso de vida laboral de cada persona, considera el psicólogo René Trossero.
Cerca de cumplir 80 años, Trossero cuenta que personalmente no sintió el desamparo de abandonar las ocupaciones usuales. "Sigo atendiendo en mi consultorio, aunque menos horas, y sigo escribiendo y dando conferencias cuando me llaman", relata. Trossero es un reconocido autor de decenas de libros de temáticas sobre cómo superar momentos de dolor, o con pensamientos que ayudan a la reflexión en diferentes situaciones de la vida.
"He tratado en mi consultorio a personas que pasan esa situación (se jubilan y viven inactivos) y me cuentan que van a una parroquia donde se reúnen entre los jubilados para charlar, o van a ayudar a un hospital o a un barrio... Todo depende de la creatividad de la persona que se dedica a usar su tiempo en algo útil y también, claro, de sus posibilidades", relata Trossero.
Ahora bien, ¿existen espacios, en nuestra sociedad, que animen a los mayores a estar activos y a sentirse útiles? "Creo que es responsabilidad de la sociedad, del Gobierno para abajo, ayudar a que se encuentre un sentido a la vida", responde Trossero.
Y desafía: "Es absurdo que la medicina le dé la posibilidad a las personas de vivir más si, a la vez, no las ayudamos a invertir el tiempo en algo que sea gratificante".
La medicina es tema frecuente de reclamos en la defensoría. Y hay wpuestas muy insólitas: ante el pedido de provisión de un medicamento que un anciano necesitaba ese mismo día, una obra social se limitó a aclarar: "La licitación para la compra del medicamento ya está en marcha".
¿Y el PAMI en particular? "El PAMI siempre funciona muy bien para el que lo administra, bien para los que no lo usamos y muy mal para el que lo tiene", responde Semino, que aclara que cuenta lo que pasa para que se resuelva, y no por un ánimo de oponerse al funcionario de turno.
Uno de los problemas de la obra social de los pasivos, según el defensor, es que no hay un sistema de atención primaria -que implicaría el trabajo coordinado de un equipo interdisciplinario-, sino un régimen de médicos de cabecera, cada uno de los cuales tiene cientos de pacientes. "Así, muchos mayores van y directamente piden ellos mismos que les hagan tal receta, y eso hace que se tomen varios medicamentos", comenta.
Las demoras para una intervención quirúrgica o un estudio médico son otro padecimiento. "A veces, sin el tiempo de espera se podría evitar, por ejemplo, una ceguera", asegura el médico Marcelo Viale.
Con respecto a la posibilidad de realizar actividades recreativas para usar el tiempo y mejorar el estado de ánimo, Semino considera que no abundan en la ciudad espacios que ayuden a cumplir el objetivo.
Salvarezza afirma que hay que tener en cuenta los rasgos de cada persona cuando se piensa en actividades tendientes a la integración: "Quienes fueron sociables toda su vida van a tener un alto grado de sociabilidad; de lo contrario, no.
Más allá de la existencia o no de espacios para la participación, Viale señala otra problemática determinada: no hay lugares específicos para personas de la tercera edad con problemas psiquiátricos. Las internaciones se realizan en los lugares donde van todos y "la convivencia se hace difícil".
La convivencia... Es otro de los temas cotidianos en el que se ven cambios, sobre todo cuando, al retirarse del trabajo, las personas comienzan a compartir mucho más tiempo con su pareja que el que solían pasar.
Carlos recuerda que emocionalmente afectado como estaba, en sus primeros tiempos de jubilado las modificaciones en la relación con los demás se hicieron notar. Muchas personas cercanas, dice, no entendían su angustia.
Por diversos motivos, varias veces la familia tiene la necesidad de buscar lugares donde los ancianos vivan con la contención y el cuidado que requieren. El punto lleva a otra problemática: según Semino, todos los días se reciben quejas en la defensoría relacionadas con los geriátricos y, en muchos casos, se denuncian maltratos. "Hay 700 geriátricos habilitados en la ciudad de Buenos Aires, pero también hay unos 400 clandestinos; muchos son murideros", describe con tristeza.
La solución que a veces se encuentra a la falta de recursos de estos lugares es angustiante: "Ajustan costos por comida y personal", dice Semino. Sobre los clandestinos, el gran desafío es que, cuando se decide su clausura, haya dónde derivar a las personas mayores afectadas.
Cuando el anciano convive con sus parientes, también pueden aparecer inconvenientes. "Por lo general se trata el tema de la vejez como un problema", sostiene Viale, y dice que eso provoca reacciones de aversión a la ancianidad en los chicos.
No es extraño escuchar hablar de maltratos que provienen no de personas extrañas ni de empleados de geriátricos, sino de la propia familia. Hay casos, según apunta Salvarezza, en que esos comportamientos no son más que una devolución por lo que el ahora anciano ha sido en otros tiempos.
Muy lejos de vivir esa situación negativa, Trossero afirma sentir el afecto de quienes lo rodean, se muestra consciente de que "envejecer es acercarse al final del camino de la vida" y considera que es posible hacer una elección: "A los 80 años puedo decir: ¡Uh! ¡Se me acaba la vida!, como un lamento o: Qué suerte, viví 80 años, cuántos no lo lograron y cuántas cosas buenas viví ". Para él, que comparte el camino con su esposa, Rosa, es importante la esperanza. Vivir con esperanza, destaca, le permite vivir con alegría.
Claro que para animar y ayudar a vivir en un estado de mayor satisfacción, es mucho lo que la sociedad en general y el Estado en particular pueden hacer. Es un desafío por el bien de ellos, los hoy ancianos, pero también por el nuestro, por el de cada uno. La vejez, después de todo, es una etapa de la vida humana, la etapa final. Y a nadie le gusta la idea de dejar el camino en forma temprana. Por eso, la ancianidad no es un tema del otro .

Qué promete la gestión de Macri

¿Qué hará la gestión de Macri para mejorar la vida de las personas de la tercera edad? La consulta de Comunidad fue respondida por Santiago de Estrada, miembro de Pro, vicepresidente de la Legislatura porteña y especialista en seguridad social.
-¿Cuál es la evaluación que hace de la situación de los geriátricos? ¿Qué se hará al respecto? ¿Hay posibilidad de reubicar a las personas que están en lugares que se cerrarán por falta de condiciones?
-Hay que hacer dos aclaraciones: la primera, que la internación en esos establecimientos es por voluntad y decisión del propio adulto o de sus familiares directos. La segunda es que corresponde diferenciar los geriátricos registrados según la ley que rige en la materia. Si hablamos de ésos, la política debe consistir en hacer cumplir la norma a través de controles. Pero también existen geriátricos en situación irregular o que, aun habilitados, no cumplen con ciertos requisitos. Es respecto a estos que se ha planteado por decisión judicial el desalojo que da lugar a la reubicación de los ancianos, previa comprobación de la imposibilidad de los familiares de hacerse cargo.
Es indispensable fortalecer y dar especial impulso a la Unidad de Control de Geriátricos, de la que participan los ministerios de Salud, de Gobierno y de Derechos Humanos y Sociales. Como acción preventiva se obligará a que todos los geriátricos tengan en lugar visible el permiso de habilitación.
-¿Habrá cambios en las políticas sociales dirigidas a ancianos pobres o sin cobertura privada en salud?
-Los cambios deberán asegurar la debida inclusión en los programas del sistema de salud de la ciudad. Esto es darles prioridad en los hospitales, que atenderán en doble turno, y centros de salud, y ampliar la cobertura social.
En las propuestas de Pro se mencionaron los siguientes objetivos: incrementar la cobertura del servicio de asistencia gerontológica domiciliaria; establecer un programa de ayuda económica a familias cuidadoras de personas mayores dependientes; desarrollar un plan de alojamiento compartido entre adultos mayores y jóvenes estudiantes; promover una ley para que los mayores tengan prioridad en las filas de los servicios públicos y privados, e incorporar a adultos mayores como guías turísticos.
"Las propuestas marcan una tendencia hacia sistemas alternativos que permitan integrar al anciano al resto de la comunidad, atender sus necesidades y carencias básicas sin alejarlo del núcleo familiar", comentó Santiago de Estrada, que agregó que se potenciará el funcionamiento de 800 centros de jubilados que existen en la ciudad.

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